Las Rosas, con 690 reclusos, es la cuarta cárcel en población del país. Su director, el comisario Gonzalo Larrosa, y el gestor Joselín Romero, expusieron en FM Gente el cambio de enfoque que se realiza hacia la población carcelaria. La síntesis es pasar del enfoque actual de vigilar y castigar, al de vigilar y educar, que se intenta emprender.
El comisario Larrosa explicó que “es una problemática de concepción de las cárceles, están concebidas en vigilar y castigar, cometió un delito, atropelló a alguien, tiene que ser castigado, cometió una rapiña, o el delito que sea, tiene que ir y que le impriman una dosis de dolor”.
“Lo que empezamos ahora que es una nueva forma de pensar las cárceles, pasa a vigilar y educar, porque el juez priva de la libertad por algo que hizo, pero una vez que está ahí adentro, lo tenemos que educar”, concluyó.
Insistió que “tenemos que decir: ‘bueno muchachos, ya tenemos 200 años de vigilar y castigar y lo que hacemos son maquinitas de escuelas de perfeccionamiento del crimen’; hay que vigilar y educar, ahora”.
“Tenemos que apuntar todas las baterías, tenemos que apuntar todos los esfuerzos del Estado a generar que todos los centros de privación de libertad sean centros de educación en contextos de encierro”, remató.
LA REALIDAD ACTUAL
Larrosa reveló que “la cárcel de Las Rosas de Maldonado tiene una población de alrededor de 690 internos, se constituye de esta forma como la cuarta cárcel más grande del país por su población, primero está el Comcar con 3.600, el penal de Libertad con alrededor de 1.300, y le sigue Canelones también con 1.300 internos”.
“Maldonado se posiciona en cuarto lugar por población y complejidad; la característica de la cárcel de Las Rosas es que tiene mujeres también, no sólo hombres, tiene alrededor de 35 mujeres que están incluidas dentro del total de 690 reclusos, por lo que tenemos unos 650 hombres”, añadió.
Expuso que “es una población, como todas las características que tiene el país, joven, una característica de la población carcelaria de nuestro país, donde el 70% está entre los 18 y 29 años, y sube un poquito más cuando llegamos a los 35 años”.
Completó que “es población joven, hombres en su gran mayoría de la población carcelaria del Uruguay donde Las Rosas no queda por fuera sino que tiene esas mismas características, jóvenes, y generalmente de condición sociocultural de escasos recursos”.
MAYORÍA LOCALES
Larrosa también analizó que “el 70% de la población de Las Rosas, en Maldonado, es oriunda de acá, de las localidades de Maldonado; tenemos un porcentaje también alto, pero en menor proporción, que son de traslados que se han generado, de traslados de otras cárceles”.
“Por ejemplo, el caso concreto del año pasado que se trasladaron unos 30 internos del Comcar por las complejidades que tuvo el Comcar y que todos sabemos, y hay que aclararlo, no es el Comcar cuando hablamos de la situación carcelaria, hablamos de dos sectores específicamente, de los módulos ocho, 10, y 11”, aclaró.
Sostuvo que “a nosotros nos pasa en Maldonado, que hay poblaciones que empiezan a endeudarse por temas de drogas, a tener problemas de convivencia muy duros que ponen en peligro sus vidas, y tenemos que agarrar y tomar la decisión de trasladarlos a Canelones, a otros establecimientos, pero no es la mayoría”, aclaró. E insistió: “Pero reitero, el 70% podemos decir que son de acá, de Maldonado”.
“La gran mayoría o una alta proporción, voy a hablar de aspectos numéricos pero cualitativos en el sentido de hacer grupos, la mayoría está por rapiñas y hurtos; en menor proporción son homicidas, o delitos sexuales que son muy pocos en Las Rosas, y esa es una característica que también se da en las cárceles en el Uruguay”, comparó.
ESTUDIAN 10 VECES MÁS
Romero enfocó en que en “el 2013 se presenta un informe del comisionado parlamentario, (que decía que) en la cárcel Las Rosas estudiaban 34 personas; hoy tenemos aproximadamente a 350 personas estudiando”.
“Hay que ser muy críticos en esto, qué propuesta educativa les estamos llevando, y si esto ayuda o no a esa rehabilitación; bueno yo creo que el piloto educativo-laboral, que se llevó a cabo desde el año pasado y que está finalizando ahora pero va a continuar, es una apuesta fuerte a pensar la educación en contexto de encierro”, admitió.
Indicó que “la educación formal hoy no estaba pensada para los contextos de encierro; en estos tipos de contextos no podemos dar el mismo tipo de educación, tenemos que dar más, no más de lo mismo, sino más”.
“Yo no puedo llevar un formato de educación secundaria con Plan 93 y 94 a este tipo de población objetivo, tenemos que hacer adecuaciones curriculares, tenemos que llegar a propuestas pensando en el alumno situado seguro, pero este pienso tiene que ser un pienso interinstitucional”, opinó.
Afirmó que “cuando hablamos de esa persona privada de libertad, cuando recupere su libertad, que se inserte en la sociedad, cómo lo vemos insertado en esa sociedad”.
“Yo no puedo pretender que a un individuo al que le doy educación primaria y el ciclo básico, está rehabilitado, lo meto en la sociedad, no va a cometer ningún tipo de delito, no va a reincidir”, reconoció.
Concluyó que “eso no es así, y los números nos están indicando que hay algo que hay que fortalecer en eso; me gustaría remarcar estas dos cuestiones, hay que darle seguimiento afuera de una continuidad educativa, y de una inserción laboral inmediata, porque si no seguimos en el mismo círculo vicioso”.