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Todo empezó con una llamada a la Seccional 6ª de policía, que daba cuenta que estaban viendo azorados como desconocidos estaban entrando a un bar ubicado en la sobre la calle 7 de Maldonado Nuevo, que estaba cerrado.

Efectivos de la seccional se presentaron lo más rápido que pudieron ante el bar, pero pese al empeño que pusieron por llegar pronto, transcurrieron algunos minutos hasta lo hicieron realmente.

No obstante, cuando llegaban, tal vez con pocas esperanzas de encontrar todavía en el lugar a alguno de los denunciados, vieron salir, muy campante, al mismo Barreto del local comercial.

El hombre, que cuenta con otros antecedentes penales, llevaba con alguna dificultad varias botellas de bebidas alcohólicas.

Los policías se dijeron que había mérito para darle la voz de alto a Barreto, y llevarlo a la comisaría, para rendir cuentas de sus actos, con botellas y todo.

Con Barreto ya en calidad de detenido, e indagada su hoja de vida, los funcionarios policiales entendieron que era hora de informar al juez letrado Penal de 2º Turno del caso que tenían.

El juez dispuso que le llevaran a Barreto en horas de oficina, y procedió a revisar los datos que le aportaron los funcionarios policiales, así como a interrogar al acusado sobre qué hacía saliendo cargado de botellas con bebidas alcohólicas de bar ajeno cerrado.

Con todos los elementos a su alcance, el juez entendió que se había reunido semiplena prueba de que lo que había cometido el señor Barreto fue un delito de hurto, pero en el grado de tentativa, porque la llegada de los funcionarios policiales le impidió sacarle el provecho que fuera a todo ese alcohol.

En función de este escenario, el magistrado dispuso que Barreto fuera llevado a la prisión de Las Rosas, donde fue instalado en las últimas horas, claro que sin botella alguna.

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