El hombre que el lunes 18 de agosto embistió a una niña de cinco años en una cebra fue enviado a prisión en las últimas horas. La juez que actuó en el caso dejó constancia que había esperado la evolución de la salud de la niña Micaela Larrosa para tomar una decisión sobre el futuro del acusado, informó la policía.
Una niña de cinco años de edad fue embestida el lunes 18 de agosto en el cruce de avenida Rodó y Pan de Azúcar, en San Carlos. La pequeña iba a la escuela y pretendió cruzar la calle en la zona que le habían enseñado que debía hacerlo: en una denominada cebra, zona de seguridad marcada con gruesas franjas blancas paralelas.
Un hombre que conducía una camioneta Chevrolet no tenía asumido el mismo valor que daba la niña a esa zona de protección del peatón, siguió de largo y la atropelló.
Todos los conductores deben disminuir la marcha al llegar a una cebra, haya o no peatones listos a cruzar. Si los hay, deben detener absolutamente su vehículo hasta que la cebra quede despejada.
El conductor de la Chevrolet no sólo no redujo la marcha, sino que mucho menos se detuvo. Según la información que personal policial recogió sobre el incidente, el conductor circulaba por avenida Rodó al este.
La pequeña fue asistida en el lugar por una emergencia móvil. Le diagnosticaron fractura desplazada de femur. Se decidió llevarla al hospital Pereira Rossell de Montevideo. La lesión establecía un pronóstico de intervención quirúrgica.
La juez en lo Penal de San Carlos fue informada al instante de lo ocurrido. La magistrado ordenó que se la tuviera informada al instante sobre la evolución de salud de la niña.
Realizada la intervención quirúrgica a la pequeña, y en conocimiento de las opiniones médicas sobre las consecuencias del accidente en ella, la juez tomó decisión en las últimas horas disponiendo el procesamiento de R.S.G. (iniciales de nombre y apellidos), de 53 años de edad, carente de antecedentes penales, como autor de un delito de lesiones graves culpables.
La juez se pronunció también ordenando que el acusado sea alojado en prisión de forma inmediata, pese a su condición de primario absoluto, donde deberá esperar que se complete el proceso judicial con una sentencia que confirme su actual procesamiento, o lo modifique.