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Matías, propietario de la distribuidora, explicó que ambos sujetos estaban “agazapados” en un terreno lindero, y que fue abordado por uno de ellos cuando se dispuso a cerrar una reja tras la salida de una furgoneta.

“Me hizo tirar al piso y me empezó a pegar con la punta de la pistola (…) Cada 40 segundos me pegaba un fierrazo hasta que me abrió la cabeza”.

Mientras tanto, el otro delincuente se desplazó hasta el depósito en donde se encontraban los demás funcionarios y proveedores, y obligó a uno de ellos a meterse en la cámara de frío. Posteriormente, llevó a uno de los proveedores a la cabina de su camión y le hurtó $150.000.

“Ahí le pegó el grito al que me tenía a mí, y me metió adentro de la cámara para empezar a revolver mi oficina, de donde me sacaron $250.000 más”, añadió.

Durante su relato, Matías hizo énfasis en la violencia con la que los ladrones se manejaron y aseguró que no se trataba de “ningunos novatos”. “Estaban pasados de rosca”, indicó.

En ese sentido señaló que, mientras estaba encañonado, le pidió al delincuente que mantuviera la calma mientras él le retrucaba que “tenía familia e hijos a los que darles de comer”.

Finalmente, denunció que probablemente el robo “estaba vendido” y que se encuentra a la espera del accionar de la Justicia.