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“Que la luz de Lola invada la casa”; “es por eso que decidimos hace algunos meses abrir el dormitorio de Lola después de siete años”, afirmó, Diego Chomnalez, padre de la jovencita que fue asesinada el 28 de diciembre 2014 cuando caminaba en la costa entre Valizas y Aguas Dulces.

Dos días después, su cuerpo fue encontrado semienterrado en donde se une la arena y el monte, próximo al balneario de Aguas Dulces. Se constituyó en el hecho de mayor resonancia pública en la historia policial del Departamento de Rocha, causando impacto y conmoción tanto en Uruguay como en Argentina.

Entrevistado en FM GENTE, el padre de aquella adolescente, que tenía entre sus sueños, ser psicóloga y que mostraba talento y fuerza para las acrobacias en telas.

Diego Chomnalez, dijo que sintieron más cerca su presencia a partir de abrir las puertas de ese dormitorio.

Afirmó, que, por la delicada situación de dolor, Adriana Belmonte, la madre de Lola, nunca había podido ingresar a ese lugar privado de la jovencita hasta hace pocos días atrás.

Para Diego Chomnalez, a siete años del crimen, la justicia se vio afectada por el cambio sucesivo de autoridades, cuando los responsables de esa investigación se vieron obligados por la situación a volver una y otra vez a fojas cero, es decir, al primer momento para luego continuar.

Sostuvo, que siente “la justicia aletargada”, “es necesario sacudir la modorra, hay que apurarse porque pasan los años y no se llega a la verdad, al menos todavía”. Dijo, que “hay novedades, pero no son suficientes”.

El ciudadano que aparentemente vendía estampitas en la costa, apodado “El Cachila”, detenido en su momento en la ciudad de Rivera cuando trabajaba como cuidacoches, fue el último que vio con vida a Lola Chomnalez. Aparentemente, al verla en una mala situación se asustó y se fue; luego vino al mismo lugar y para ese momento la jovencita ya estaba muerta.

Esa novedad y el procesamiento del mencionado ciudadano por un delito de co autor de homicidio muy especialmente agravado por la alevosía ya tiene dos años y medio, sin que se llegue a cerrar el caso.

Diego Chomnalez, dijo, que naturalmente habla por su hija a la que asesinaron sin conocerse la verdad total de los hechos.

“No me quiero imaginar la situación de padres y madres con niñas asesinadas en Uruguay o en Argentina, ambos los considero mi país”, dijo. “Si es desesperante para nosotros que podemos llegar a los medios, me imagino lo que puede ser para quienes no tienen la misma oportunidad”, afirmó.

“BOMBA DE LUZ”

Para el padre de la jovencita los recuerdos son “bellos”, por ser una persona “muy activa e inclusiva de sus amigas”. “Estudiaba francés, hacía acrobacias en telas y trapecio; era puro músculo, saltaba por los aires, bailaba, hacía natación y le gustaba leer”, vivenció. “Tenía una biblioteca muy grande para la edad que tenía ella, tenía 15 años recién cumplidos cuando la asesinaron”, agregó.

“Una chica muy sonriente; era como una bomba de luz, lugar donde caía ella se sonreían todos, unía a todas las personas”, señaló. “Una persona bella, partícipe de todo, alegre, todo lo que le cuento, pero en vivo”, afirmó.

Cuando el periodista le consultó por su último encuentro y cómo lo recuerda, no duda en afirmar; “Lola era muy intensa, muy parecida a mí, como gemelos en todo sentido, nos mirábamos y ya estábamos”. “Me acuerdo la última noche que comimos pizzas, a ella le encantaba hacerlo y luego la acompañé al colectivo”, la última vez que se vieron, dijo.

“Nosotros esperamos únicamente saber la verdad y encontrar los culpables; el Cachila estuvo ahí, pero no es el único culpable, no”, dijo Diego Chomnalez. “El Cachila, no es el único culpable; es el culpable porque no la defendió y lo podía haber hecho”, afirmó.

Sostuvo, que se están esperando respuestas, que aún no llegan cuando va pasando el tiempo. Reconoció la tarea de los abogados, Juan Willimann y Jorge Barrera, quienes se ocupan, dado que sin ellos no se hubiese llegado. “Estamos en un lugar parados, no estamos en la nada”, aclaró.