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La hipótesis de la fiscalía fue clara desde el principio: el profesor Edwar Vaz resultó muerto por sicarios a raíz de un reclamo de dinero que él le iba a realizar a Lulhuky Moraes, con quien Vaz tuvo una larga relación. Se habían separado en 2005 y siguieron bajo el mismo techo hasta 2015.

Según la narración seguida por el ministerio público Vaz, de 45 años al momento de su asesinato, le había anunciado a Lulhuky que recurriría a la justicia para pedir su parte de una serie de bienes en común. De acuerdo a la imputación, Moraes, su nueva pareja Mauro Machado y una amiga, Leticia Giachino, idearon un plan para matarlo para lo que contrataron a dos delincuentes de Montevideo. Esta línea es compartida por el abogado defensor de la familia Vaz, Dr. Martín Etcheverry.

POR POCA PLATA
Uno de los participantes del hecho cobró 3 mil pesos por engañar a Vaz y tenderle una trampa al decirle que su hija había tenido una emergencia para que bajara de su apartamento, en tanto el otro cobró 7.000 pesos por apretar el gatillo del arma que cegó la vida de Vaz, según la información a la que accedió FM GENTE durante la primera etapa de la investigación.

Los abogados penalistas Víctor Della Valle, Carlos y Alejandro Balbi. que defienden a dos de los principales encausados (Moraes y Giachino) rechazan tajantemente esta versión presentada por la fiscalía.

Della Valle explicó en FM GENTE el 21 de julio que se había registrado un "cambio importante”. Este, según indicó el profesional, obedece a que “dos escribanos públicos de Maldonado, que actuaron en las compra-ventas que hubo y en el reparto de bienes, declararon con documentos y protocolos a la vista, que toda la distribución y separación de bienes fue hecha de común acuerdo, ante escribanos públicos. El divorcio fue hecho también ante abogados prestigiosos de Maldonado”, subrayó.

“Y creo que eso ha destrozado el móvil económico del que hablaba la Fiscalía”, afirmó el abogado defensor.

Della Valle agregó que “además es público y notorio, aunque la fiscal un poco trató de ocultarlo, de que algún dinero se había hecho, en principio, por la prostitución… Pero la prostitución era fomentada y dirigida por el fallecido. Y no quiero hablar mal del muerto, pero es la realidad”.

En tanto, los defensores de los sicarios también se afilian a la teoría de que no hay pruebas suficientes para incriminarlos.

Daniel Burgos y Martín Etcheverry, abogados de la familia de la víctima, suscriben la versión de fiscalía, que han defendido aportando elementos durante el juicio para ratificar el accionar en esta línea.

Durante la década que estuvieron en pareja, Edward Vaz y Lulhuky Moraes compraron varios bienes. Esto se reflejaba en una sociedad anónima (Hemtin SA), tres coches (Toyota Hilluz 2008, Chevrolet Captiva sport, Mercedes Benz SL 350, un apartamento en la torre Yoo, cuentas bancarias por 1.25 millones de dólares, y dos terrenos. En 2016, la mayoría de esos bienes fueron vendidos a Giachino, la amiga de Moraes.

Sobre uno de los terrenos se construyó la residencia "Gypsy Queen", en tanto el dinero depositado en cuentas fue obtenido de la venta del chalet a un empresario brasileño, y quien no tiene nada que ver con esta acción criminal.

Lulhuky Moraes era conocido como la "reina gitana" que daba nombre a la casa, y en efecto ella pertenece a una familia de origen gitano afincada en Maldonado, y de acuerdo a lo que ella misma marró a periodistas de FM GENTE al inicio del caso.

En "la mansión del sexo" en Beverly Hills se desarrollaban fiestas sexuales a la que eran invitados muchas personas, fundamentalmente turistas y personalidades que llegaban a Punta del Este.

Durante un período de tiempo, Vaz participó de las actividades como barman y mozo. Luego, en otro periodo, permaneció en la finca ajeno a lo que sucedía junto a los hijos de la pareja. En 2015 Vaz dejó de vivir con Moraes y ella comenzó una relación con Mauro Machado. Este hombre, para la fiscalía, fue el autor intelectual del crimen del docente.

Se recuerda que el argumento del ministerio público señala que fue este sujeto el que dio instrucciones a un jardinero que trabajaba para Moraes, quien tenía la misión de ir a buscar a los sicarios y llevarlos hasta el edificio donde residía la víctima. Mauro también se encargó de darle celulares a todos los que participaron de la agresión.

Por otro lado y en la misma línea de participación en el hecho, contrató a un amigo por 5.000 pesos para que fuera parte del plan, y que fue el hombre que les abonó los 7.000 y 3.000 pesos a los sicarios, respectivamente.

Uno de ellos debía tocar el timbre en el apartamento de Vaz y alertarlo de algo que, supuestamente, le estaba pasando a su hija. De este modo lograron que el profesor bajara a la puerta del edificio y saliera a la calle donde lo estaba esperando el otro sicario. Vaz cayó impactado de un balazo en el cráneo.

Los dos asesinos huyeron en un auto conducido por el jardinero empleado de Lulhuky Moraes. Un testigo los siguió y resultó fundamental para develar la trama.

La acusación fiscal establece para los imputados Lulukhy Moraes y Mauro Machado una condena de 30 años de penitenciaría, al igual que para Mathias Guarteche y Carlos Alberti. Para Leticia Giachino se solicitan 10 años de cárcel y la misma pena para Franco Silvera.

EL AUTOR DE LOS DISPAROS POR FUERA
Debido a plazos procesales ya que fue vinculado al caso mucho después que el resto de los acusados, el presunto autor del disparo que mató a Vaz Fascioli no fue enjuiciado en esta oportunidad, lo que ocurrirá más adelante. Se trata de Marcelo Barboza, hoy preso por otra causa.




Foto: Archivo