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Macaulay Culkin se convirtió en uno de los actores infantiles más icónicos de Hollywood tras su papel en Mi pobre angelito en 1990. Con solo 10 años, su rostro era reconocido a nivel mundial, pero fuera de las pantallas su vida estaba lejos de la imagen del niño travieso y carismático que interpretaba en el cine.

Criado en una familia numerosa, su padre, Kit Culkin, vio en él la oportunidad de cumplir su propio sueño frustrado de actuar. Desde temprana edad, Macaulay asistió a innumerables audiciones hasta que logró su primer papel en Rocket Gibraltar en 1988. Su carrera despegó con Uncle Buck y alcanzó el éxito absoluto con Mi pobre angelito, película que recaudó más de 500 millones de dólares en taquilla.

A pesar de la fama y el dinero que generaba, la realidad en su hogar era distinta. Su padre, que se convirtió en su representante, lo alejaba de la vida normal de un niño. No asistía al colegio, no tenía amigos y dormía en un sillón a pesar de vivir en un departamento de lujo. Su rutina se limitaba a rodajes y exigencias constantes.

El éxito continuó con Mi pobre angelito 2, My Girl y The Good Son, con las que obtuvo ganancias millonarias. Sin embargo, el control sobre su vida se intensificó. En 1995, tras el divorcio de sus padres, el actor inició un proceso legal para bloquear el acceso de su familia a su fortuna. A los 15 años, se retiró de la actuación y retomó sus estudios.

En los años siguientes, su vida estuvo marcada por episodios de excesos, consumo de drogas y actitudes que llamaron la atención de los medios. A pesar de ello, volvió a la actuación en Madame Melville y se enfocó en recuperar el control de su destino.

Hoy, alejado de los conflictos de su pasado, Culkin está casado con la actriz Brenda Song y es padre de dos hijos. Aunque su historia estuvo llena de altibajos, logró construir una nueva etapa lejos de la presión que marcó su infancia.