La doctora Adriana Savio, directora del Instituto de Criminología y Psicología Forense del Uruguay, analizó en FM Gente el perfil del asesino de Yamila Rodríguez. Advirtió sobre la frecuencia de hechos de este tipo en Uruguay y aseguró “se pueden prevenir y reducir daños para futuras víctimas”. Dijo que el caso continúa investigándose porque “no quedan muy claro los verdaderos medios” que llevaron al homicidio aunque “no justifican el hecho en sí mismo”.
Savio, quien además es psicóloga y embajadora de Uruguay de la Sociedad Internacional de Perfiladores Criminales, opinó que todos los uruguayos deben tener presente que se perdió a otra mujer joven y que “hay varios factores para poder trabajar” en la prevención de estos actos violentos.
“Hay que ver por qué estos sujetos llegan a cometer un crimen con esta bestialidad y con este nivel de odio. En otras partes del mundo se trabaja mucho la línea de los crímenes de odio y hay que tipificarlo, además, del lado de los crímenes de género porque ser mujer y joven vulnerabiliza a la víctima”, consideró.
Si bien admitió que no tomó contacto detallado con las entrevistas y los autos de la investigación, la experta entiende que el homicida dio muestras de “una frialdad clara”. “Es un sujeto con elementos de frialdad psíquica muy instalados, no habilita que surjan elementos de nerviosismo frente a hechos de extrema violencia y frente a la presión que se genera durante la búsqueda del cuerpo” de la que participó junto a familiares y allegados de su víctima.
Savio explicó que esa actitud “es típica de un individuo con un trastorno de personalidad” que le impide ser empático con el sufrimiento ajeno. “No vive las emociones del otro, ni conmiseración por el sufrimiento del otro. No sienten nada por la otra persona y si tienen que eliminarla lo harán sin ningún tipo de culpa, lo cual los transforma en sujetos muy peligrosos”, observó Savio, para señalar que este tipo de patologías afecta al 10% de la población mundial.
Agregó que la imposibilidad de considerar al otro los “enfría totalmente desde el punto de vista neurosíquico”: “tienen un encapsulamiento síquico que no habilita a que vean desde el punto de vista afectivo lo que están haciendo, aunque son conscientes de sus actos. Desde el punto de vista jurídico disciernen entre el bien y el mal, no estamos hablando de un sujeto inimputable que tenga un nivel de retraso o retardo. Si bien tiene una estructura sicopatológica muy compleja, es un sujeto con un principio de realidad que sabe donde está parado y sabe que lo que está cometiendo tiene pena”.
Observó, asimismo, que presentan un “auto convencimiento interior para pensar que es viable lo que hacen para saldar determinados deseos y cometidos, que pueden tener muchísimas explicaciones pero jamás justificar el disparate que cometen”.
Savio agregó que en la neurosicología criminal “siempre aparecen” sujetos con una infancia muy perturbada, con instancias de maltrato e incluso circunstancias de abuso infantil muy duras que perturban su conformación síquica.
“Es una mente que capta la realidad desde el punto de vista de la violencia y no aprenden a controlar las emociones. Suelen tener un corte desde el punto de vista emocional, principalmente con la figura materna, y una mente constituida y criada desde la violencia. No interpreta que las emociones violentas pueden expresarse en palabras, sin llegar a actos tan terribles”, refirió la experta, para subrayar que nada de esto justifica tales actos. “Muchos vivimos situaciones traumáticas y no cometemos esas atrocidades”, remarcó.
Por otra parte, recordó que “no es quien quiere cometerlo, sino quien puede hacerlo. Que la persona tenga trastornos de personalidad y presente elementos sicopáticos en su estructura personal no significa que llegue a la comisión de un acto así. No basta con la estructura síquica”.
REHABILITACIÓN “CASI IMPOSIBLE”
Savio señaló que la investigación del caso continúa para definir si el homicida actuó solo. “Nunca este tipo de hechos son síntesis de una vivencia en soledad total. Siempre tiene que haber la participación de un tercero, quizás no en la escena propiamente dicha. Pero como antesala puede aparecer alguien que acompañe las circunstancias y creo que es lo que se está investigando”, dijo.
Añadió que es “muy difícil” pensar a un sujeto solo ante estas circunstancias. “La movilización del cuerpo muchas veces hace a un complementario en ese momento”, que puede estar en lo físico pero también desde el punto de vista síquico, “apuntalando el elemento de la ira”.
La forma en que Villar trató el cuerpo, tras darle muerte, llevó a caratular el homicidio como “muy especialmente agravado”. A juicio de Savio, estos individuos presenta características “bastante complejas y casi imposibles de enmendar” porque además “utilizan elementos para justificar su comportamiento”. “No quedan muy claro los verdaderos medios que llevaron a este hecho tan horroroso, aunque eso no justifica al hecho en sí mismo ni muchísimo menos”, acotó.
Luego indicó que “desde la ciencia forense hay pocos casos de rehabilitación en este tipo de circunstancias. Hay que ver si fue solamente este hecho o hubo alguno previamente. Si hay una sistematización de conductas homicidas, la rehabilitación es casi imposible de pensar porque son estructuras síquicas muy complejas. En Suecia y Argentina se trata de apoyar desde lo institucional carcelario, evitando que este tipo de sujetos se tienten a la comisión de nuevos actos de estas características”, comentó.
ACCIONES DE PREVENCIÓN
Savio insistió en que esto “no le puede estar pasando a nuestro país”. “En algo estamos fallando”, opinó, para instar a trabajar más desde la prevención victimal. “Hay que disminuir este tipo de hechos a través de la educación y la prevención”, sostuvo. “Nos está pasando muy seguido, como el caso de la docente que fue asesinada y enterrada en un campo de Fraile Muerto. En un 90% las víctimas son mujeres”, lamentó la experta, para quien es necesario educar a las poblaciones jóvenes.
“Esta situación se nos fue de las manos como sociedad, porque eta nena ya no está entre nosotros. Tenemos que empezar a trabajar muchísimo en cómo prevenir, cómo denunciar. Que los adolescentes se encuentren más acompañados por las instituciones, porque a los familiares les cuesta acompañarlos y ayudarlos”, recomendó.
También pensó en los potenciales victimarios: “hay que habilitar espacios de comprensión y escucha para que la gente pueda sentirse más respaldada, porque nos encontramos con una historia previa donde aparecen sujetos no pueden decir lo que les pasa”.