Aunque por estos días el frío arrecia y nadie piensa en los candentes carnavales del Uruguay, en la Junta Departamental de Maldonado nace una guerra para erradicar la espuma en aerosol de corsos y desfiles en los próximos febreros. El presidente de la corporación, Andrés De León, presentó un proyecto para prohibir el uso del voluptuoso químico que fascina a los chicos y malhumora a los grandes porque arruinan los trajes de comparsas y murgas, y dañan el medio ambiente, los ojos,la piel y el bolsillo de los padres.
“Prohíbese el uso, comercialización y tenencia de ‘espuma envasada en aerosoles y/o recipientes similares’ exclusivamente durante el desarrollo de los desfiles de Carnaval y por todo el trayecto de la vía pública que se disponga para la realización de los mismos en todo el departamento de Maldonado”, indica el primer artículo del proyecto de decreto presentado por De León en la sesión de este martes, de la Junta Departamental.
La propuesta también establece “la posibilidad del decomiso de las mismas en caso de infracción a la prohibición” decretada y añade que será la Intendencia Departamental la encargada de reglamentar “la aplicación, control y cumplimiento de tal norma”.
El presidente del Legislativo fundamentó su iniciativa en el “uso indiscriminado” de estas espumas que “carecen de todo tipo de control”. Considera, además, que estos productos contienen sustancias nocivas “que incluso dañan la capa de ozono y en la mayoría de los casos carecen del correspondiente registro y autorización sanitaria para su comercialización, por lo que representan un riesgo para la salud de la población”.
Como además estas sustancias causan “serios daños al medio ambiente” y “sus componentes químicos causan irritaciones en los ojos y la piel, y producen trastornos e infecciones en las vías respiratorias”, la administración de gobierno está en su deber de velar por la salud de los ciudadanos y declarar la guerra a vendedores y compradores de esta terrible arma de diversión.
La medida llega al cabo de tímidos intentos de las autoridades por imponer orden en los desfiles.
A todas luces, fracasaron los autoparlantes que en los últimos veranos abrían los corsos llamando a la responsabilidad de los padres que, de todas formas, invertían por lo menos 50 pesos en cada aerosol. Y no hubo inspector que acompañara a la “comisión organizadora” impidiendo que decenas de vendedores pertrechados con cientos de latas tentaran a los infantes.
Fracasó, además, la novedosa guerra de guerrillas empleada por la murga La Clave en febrero pasado –entre otras agrupaciones- , cuando sus integrantes ocultaban los aerosoles en la manga y contrarrestaban los embates de los chicos a chorro puro, para defender los costosos trajes: lejos de achicarse, la espuma en la cara multiplicaba a los pequeños monstruos como gremlins y la guerra se generalizaba.
Como la iniciativa del edil De León tiene grandes chances de prosperar, habrá que pensar en otros mecanismos de diversión carnavalera. Si el plenario de ediles y la Intendencia avalan este decreto, quedará la espuma en el olvido, como los pomos de plástico, las bombitas de agua y los cabezudos. Aunque, a juzgar por las quejas permanentes del público espumado, a estas latitas de aerosol pocos las extrañarán.
(foto: flickr.com)