A sus 16 años, relató cómo comenzó su adicción a las apuestas y los estragos que causó en su vida. Su experiencia se convirtió en una alerta sobre la creciente ludopatía infantil.
Max compartió su historia en Todo Noticias para visibilizar un problema que afecta cada vez más a los jóvenes: la ludopatía.
“Empecé a jugar en los recreos con el dinero que me daban para almorzar”, recuerda. Lo que comenzó como una actividad divertida con amigos se convirtió rápidamente en una adicción devastadora.
“Perdí 80 mil dólares en 10 minutos”, confesó Max. Con el tiempo, el dinero que le ofrecían ya no era suficiente. La presión por jugar lo llevó a pedir préstamos a su círculo cercano, acumulando deudas que parecían no tener fin. “Saqué un préstamo con intereses altísimos y lo perdí todo”, agregó, con una mezcla de tristeza y desesperación.
La situación se tornó crítica cuando comenzaron a llegarle avisos de deuda. “Borré cada email que recibí, pensando que eso resolvería el problema”, dijo. Fue solo tras recibir una carta documento de un estudio de abogados que decidió contarle a su madre lo que sucedía. “Le prometí que no iba a jugar más”, señaló, aunque pocos días después, volvió a hacerlo.
Max explica que su vida giraba en torno a los resultados de los partidos que apostaba. “Apostaba en clase, durante el aburrimiento, y pasaba noches enteras sin dormir, obsesionado con los partidos de distintas ligas”, relató. Aunque reconocía que tenía un problema, no era capaz de verlo con claridad. “Era incapaz de aceptar que era un ludópata”, admitió.
Uno de los momentos más críticos de su adicción ocurrió cuando ayudó a su padrastro a instalar una billetera virtual. “Primero saqué de a 40 dólares, luego de a 400, y un día llegué a perder 250 mil dólares, que con la subida del Bitcoin se convirtieron en 400 mil”, explicó Max.
La sensación de vergüenza y miedo lo acompañaban constantemente. “No querías hablar con nadie”, dijo. La percepción de que la ludopatía era un problema exclusivo de adultos ha cambiado. “Los jóvenes hoy tienen acceso a celulares y páginas de apuestas ilegales, lo que ha facilitado el problema”, aseguró. Estas plataformas operan sin controles, usando enlaces que no corresponden a dominios oficiales, lo que las hace aún más accesibles.
“Me arrepiento de no haber parado cuando podía”, cerró Max, quien ahora se identifica como un jugador en recuperación.
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