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La primera en revisar al pequeño paciente fue la pediatra de una emergencia médica móvil, quien les informó que es “normal” que los niños tengan pesadillas y les sugirió que le dieran un baño tibio para calmarlo. “Cuando lo fueron a levantar, vieron que el niño no coordinaba normalmente los movimientos y lo llevaron al sanatorio Mautone”, relató la tía, María Servetto, en FM Gente.

La pediatra de guardia solicitó análisis de rutina y así descubrieron la presencia de fenciclidina, un poderoso anestésico alucinógeno conocido como “polvo de ángel”, en el organismo del pequeño paciente. Los efectos de esta droga coincidían plenamente con los síntomas del niño, así que la pediatra ordenó que todos los integrantes de la familia fueran analizados.

“Los resultados dieron negativo. Hasta el día de hoy nadie sabe cómo llegó esta droga a sus manitos”, comentó Servetto, quien además informó que el caso fue denunciado ante la Comisaría de la Mujer y la Familia y derivado a la Justicia Penal. “No se sabe si esto fue intencional o accidental”, agregó la mujer.

ALUCINÓGENO DEL ‘50

La fenciclidina (PCP) se utilizaba hace 60 años como anestésico intravenoso, pero años después dejó de usarse porque los pacientes se agitaban y alucinaban mientras salían de la anestesia. Ahora se fabrica en laboratorios ilegales y se vende en forma clandestina, comúnmente bajo el nombre de “polvo de ángel”.

Es un polvo blanco cristalino, que se disuelve fácilmente en agua o alcohol pero también se vende en tabletas, cápsulas y polvos de colores. Por lo general, hay tres formas de uso: se inhala, se fuma o se ingiere, según indican diversos portales de salud en Internet.

Los efectos empiezan cuando la droga llega al cerebro, entre los 2 y los 5 minutos después de su inhalación o inyección, o entre los 10 y 60 minutos cuando se consume oralmente.

Se producen por la inhibición y captación de dopamina y noradrenalina produciendo lo que se conoce como anestesia disociativa, que inhibe o deprime los centros nerviosos del dolor y "desconecta" la percepción corporal de las funciones cerebrales, de tal forma que bajo sus efectos una persona puede observar, por ejemplo su propia mano, sin darse cuenta que es suya.

Consumida en dosis elevadas provoca disminución de la presión arterial, el pulso y la respiración; mareos, pérdida del equilibrio, visión borrosa, alucinaciones, distorsión de la imagen y delirios, entre otros síntomas.