Un grupo de mujeres emprendió un proyecto para utilizar lana de oveja como aislante térmico en viviendas. La iniciativa busca aprovechar un recurso local en lugar de recurrir a materiales convencionales.
La lana llega a la cooperativa recién esquilada y, tras un proceso de lavado, se empapa en una solución de boro para protegerla de hongos e insectos. Una vez seca, la lana se carda y se acondiciona en planchas de 2 metros por 50 centímetros.
Ada Piñeiro, integrante del colectivo, explicó en una entrevista con La Contratapa de La Revista de FM GENTE: “Somos un colectivo que hace 3 años que está funcionando. Esto surge porque estamos en un lugar donde se prioriza la compra de carne y no de lana, y mucho menos si es lana gruesa. Hemos hecho cursos para trabajar la lana. El proyecto es muy artesanal”.
La lana de oveja ofrece varias ventajas como aislante térmico. Es un material transpirable que absorbe la humedad y mantiene una temperatura constante dentro del edificio.
También actúa como un termorregulador natural debido a sus propiedades higroscópicas, previniendo la formación de condensación en las paredes y techos. Además, la lana de oveja es conocida por su durabilidad y facilidad de colocación, ya que los fieltros se unen mecánicamente sin necesidad de hornos o ligantes químicos.
La utilización de lana de oveja también representa una opción más sostenible en comparación con otros materiales. Su producción es parte del ciclo de vida estacional de las ovejas y tiene un menor impacto ambiental en comparación con otros aislantes.