Un hombre, supuestamente de nacionalidad paraguaya, del que nadie sabe, un préstamo de 17 mil dólares que el octogenario reclamaba y el hijo no entregaba y la frialdad de Omar Blasi son parte de los elementos que surgen del auto de procesamiento del caso. Asimismo se destacan las reiteradas contradicciones en las declaraciones del imputado por el asesinato de su hijo.
En la noche de este martes se conoció el auto de procesamiento redactado por la Jueza de 10mo turno, Dra. Patricia Borges, en el caso del asesinato del empresario Alejandro Blasi, ocurrido el pasado martes 25 de marzo de tres disparos y por el cual fue imputado de un delito de homicidio especialmente agravado su padre, Omar Blasi.
De la lectura del documento (publicado completo en la sección documentos de esta web) se desprende que Omar Blasi incurrió en varias contradicciones en cuanto a los detalles que rodearon la muerte de Alejandro, que cambió o ajustó su testimonio en diferentes ocasiones pero que siempre mantuvo una línea argumental que lo deslindaba de la responsabilidad del hecho y señalaba a otra persona como la autora de los disparos.
“A pesar que en su primera versión, el indagado afirmó que el heridor, “un hombre, con acento paraguayo”, ingresó por la puerta trasera, más tarde manifestó, que apareció por adelante, y por su derecha, mientras conversaban con su hijo, sentados, con las puertas delanteras abiertas (primero había declarado que estaban cerradas, después recordó que se bloqueaban)” dice el auto de procesamiento de la jueza Borges.
Más adelante Blasi declaró que el misterioso hombre disparó repentinamente y que él “sólo atinó a tocarle el hombro derecho, desde atrás” al matador. El documento señala también que “posteriormente, aún viendo a su hijo caer en un charco de sangre, no se acercó, sino que caminó varios metros, solicitando auxilio, hasta que se sentó, tomándose el pecho, recibiendo masajes por parte de dos trabajadores de los galpones, hasta que llegó la Policía”.
De los demás testimonios recabados a otros testigos, nada se pudo comprobar con respecto a que Alejandro tuviera marcada una reunión en los galpones con alguien, nadie vio a otras personas ni escuchó ruidos de otros autos o motos.
Asimismo, sobre las pericias realizadas al arma y a las manos de Omar Blasi, el auto de procesamiento revela que el Departamento de Laboratorio Químico de la División Criminalística, de la Policía Técnica Nacional, expresó que “no cuenta con la tecnología requerida para realizar el análisis de trazas de los residuos provenientes del fulminante, con la sensibilidad y especificidad requerida…los hisopos remitidos se consumieron en el análisis”.
La jueza también indagó acerca de por qué Omar Blasi no había intervenido para proteger a su hijo y la respuesta que obtuvo fue que “fue una cosa muy rápida, yo le toqué el hombro al hombre, pero me cagué todo, temía por mi vida, tenía un arma, yo sentí el primer tiro, hice así y empecé a disparar”, contestando que le parece que “no correspondía ofrecer su propia vida para proteger a su hijo”. Ante la interrogante de por qué no se acercó al cuerpo tendido en el piso, expresó: “yo sufría, me acerqué y vi el charco de sangre, no me dio…era de noche y yo si me siento no me puedo parar después”.
La jueza Borges también indica que si bien Blasi señaló en su testimonio que el relacionamiento que tenía con Alejandro era “excelente” también se recogieron otras declaraciones de testigos que indicaron que el padre exigía económicamente más de lo que el hijo voluntariamente daba.
De hecho, varias personas señalaron que pocos días antes del hecho, Omar Blasi había solicitado a su hijo la entrega de 17 mil dólares para cubrir deudas, cosa que el octogenario reconoció pero dijo que el destino del dinero era para viajes familiares.
Con respecto a las pericias psicológicas y psiquiátricas practicadas al acusado, se advierte la frialdad de Blasi con respecto a la muerte de su hijo en su presencia.
También se destaca que si bien durante el transcurso de toda la investigación Blasi hizo referencia a su condición cardíaca, recurso que utilizó varias veces, nunca se constató ni a través de la opinión del forense, ni la de los médicos del sanatorio que lo evaluaron, una condición sanitaria de riesgo y sólo se constató un aumento de presión arterial al momento del insuceso.