La Academia Nacional de Medicina de Uruguay comunicó ver “con preocupación” la difusión, a través de la prensa y las redes sociales, de tratamientos para el cáncer con eficacia no comprobada.
Los pacientes que reciben el diagnóstico de cáncer atraviesan muchas veces por etapas de gran conmoción afectiva, durante las que pueden ser blanco de quienes pretenden apropiarse de sus recursos económicos, ofreciendo curas radicales con productos no evaluados científicamente, ni aprobados por las autoridades sanitarias.
Nuestro sistema de salud ofrece las medidas de prevención, de diagnóstico y de tratamiento del cáncer a través de médicos generales y de médicos especialistas en terapéuticas oncológicas.
No existen otros profesionales habilitados, cuya capacitación esté certificada para administrar terapéuticas farmacológicas para el cáncer.
Los fármacos se aprueban para su uso médico a través de un extenso proceso que incluye todas las garantías de la investigación clínica.
Sus efectos (tanto beneficiosos como adversos) son controlados por los sistemas de farmacovigilancia.
Al contrario, los preparados artesanales, que han existido desde hace años, no han sido sometidos a la comprobación de sus efectos curativos, ni de sus eventuales efectos adversos.
Muchas veces estas sustancias tienen efectos tóxicos que empeoran la salud inadvertidamente o interfieren con los tratamientos médicos.
En nuestro país, especialmente a través de Fondo Nacional de Recursos, se administran medicamentos de alto precio para el cáncer y las enfermedades malignas de la sangre, que se incluyen en Formulario Terapéutico de Medicamentos.
Se asegura así, que sus efectos han sido evaluados y que se controlarán durante su aplicación.
Recomendamos-dice la Academia Nacional de Medicina- a la población adherirse a las buenas prácticas de la medicina basada en la evidencia, consultando a su médico de confianza, y apartándose de las técnicas propagandísticas reñidas con la ética médica.