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Uno de los adolescentes atacados días atrás narró a FM Gente que salen de clases a las 21:30 y es frecuente que dos hombres en moto los intercepten, para exigirles sus pertenencias. “Nos dicen que tiremos las mochilas, o las gorras o los celulares, porque si no nos pican”, indicó, para confesar que siente mucho miedo y que varios amigos ya no quieren ir a estudiar.

Su problema es menos grave que el de otros, porque vive más cerca del liceo. Pero hay compañeros que han sido perseguidos a lo largo de eternas cuadras y han logrado salvarse, por milagro, de robos o golpizas. Es el caso del hijo de Fabiana, uno de esos estudiantes de cuarto año que se resiste a volver al Liceo 4.

Fabiana afirmó a FM Gente que “barritas de chicos drogadictos” esperan la salida de los alumnos afuera del liceo. “Les quieren robar las gorras, los celulares, a veces están con cuchillos”, advirtió. Al plantear la preocupación a la dirección del centro educativo, le señalaron que su responsabilidad es la seguridad dentro del local. “Lamentablemente, afuera nadie da seguridad. Si no hay patrulleros que hagan guardias, los chicos están a la deriva”, comentó la mujer.

Agregó que la situación es insostenible, porque los jóvenes ladrones saben a qué hora salen los alumnos, los conocen y los hostigan casi todas las noches. “No tienen valores, no les importa nada y están esperándolos a ellos. Mi hijo no va más”, sentenció.

Otro padre que también pidió no ser identificado públicamente, -justamente porque en el entorno liceal víctimas y victimarios se conocen- afirmó categóricamente que los chicos “están en pánico”. Preso de la indignación y la impotencia, remarcó a FM Gente que ni él ni su pareja tienen posibilidad de ir cada noche a buscar al adolescente al liceo para salvarlo de ser robado o golpeado.

“Hacemos múltiples esfuerzos para comprarles los materiales y que estudien y les roban hasta las tablas de dibujo”, contó. “Los chicos están realmente en pánico y no quieren ir más al liceo”, afirmó, y remarcó que situaciones como éstas también generan deserción estudiantil. En busca de soluciones recurrió a las autoridades policiales, quienes prometieron reforzar la vigilancia. Sin embargo, a juicio de este padre, los días pasan y la inseguridad continúa.

Fuentes policiales, consultadas por FM Gente, reconocieron la entidad del problema. Explicaron que se han intensificado patrullajes y controles “discretos” en el horario que va de 20 a 21.30, como consecuencia de los planteos de los padres. Sin embargo, admitieron que escapa a las posibilidades de la seccional poner una guardia permanente junto al local estudiantil.

Se trata, según dijeron, de un problema de raíz cultural que está afectando a varios centros estudiantiles públicos del departamento.