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El experto señaló que en los explotadores no hay ningún tipo de patología, sino la reproducción de una cultura que no ve mal pagar por sexo a menores de edad aunque, en los hechos, es un delito penado por ley.

“Los explotadores desarrollan sus roles sociales con total normalidad, son buenos padres de familia, tienen lugares de privilegio dentro de sus comunidades. No hay patología alguna, es reproducir una cultura donde el que tiene poder se puede apropiar del cuerpo de quien no tiene poder y convertir en una cosa a un niño, niña o adolescente”, graficó.

A su juicio, el problema está oculto por una ideología que “alimenta al machismo y al patriarcado”, sumado a un marco legal donde los hombres están habilitados a pagar por sexo a partir de los 18 años.

En principio, Purstcher enfatizó que “un consumidor es el que compra naranjas en el supermercado; este no es un cliente es un delincuente”. En general, se trata de hombres mayores de 30 años de edad, con poder adquisitivo mayor al de su víctima y mayor al del contexto donde la víctima desarrolla sus actividades cotidianas. “Presenta una diferencia cultural, económica, de edad, de formación sobre su víctima”, reafirmó.

Por eso entiende que “los argumentos de las defensas ante la Justicia no resisten el más mínimo análisis. No se puede pensar que una persona que apenas terminó la escuela pueda engañar a un empresario exitoso o un profesional universitario o al número dos de la intendencia de Paysandú. El cuento siempre es el mismo: ‘yo no sabía que era menor, me engañó con eso’, colocando a la víctima en situación de victimario”, lamentó el experto.

AVANCES Y DENUNCIAS

Un avance importante del país en esta materia fue la creación del Conapees, hace diez años, que ha ido capacitando actores sociales, operadores y técnicos para visualizar el problema y orientar respecto a qué hacer cuando se conoce un caso.

Purstcher recordó que para denunciar está abierta la línea 0800 5050 del Instituto del Niño y el Adolescente (INAU) o se puede recurrir directamente a la dirección departamental del instituto. Así se activará “un dispositivo de alcance territorial”, que además contempla la restitución de derechos a las víctimas.

Pero devolver su calidad de sujeto a un niño o adolescente víctima de explotación sexual “es muy difícil”, dijo Purstcher, basado en el programa de atención a víctimas que el comité desarrolla desde hace dos años en todo el país.

Un problema en este punto es que las víctimas no suelen verse como tales, “se ven más mujeres o más varones (dependiendo de las características de la relación homosexual), con acceso a bienes de consumo y la explotación es un medio o un camino para conseguir lo que la sociedad impone”.

“La ESCNNA deja secuelas que acompañan para toda la vida. Soy bastante pesimista en este sentido, porque son niñas y adolescentes mujeres, de hogares vulnerables y parece un destino divino el hecho de que si fue explotada su final será la prostitución legal como salida laboral. ¿Si fuera una profesión tan buena como cualquier otra, porque no educas a tu hija para esa tarea? ¿Querrías que una niña o adolescente que quieres trabajara en el maco de la prostitución legal? Si no es bueno para mí, no es bueno para los otros”, reflexionó.

(entrevista: F.Sánchez)