La Sociedad para la Conservación de la Biodiversidad en Maldonado (Socobioma) atraviesa una crisis financiera e infraestructural que afecta su funcionamiento, sobre todo por la llegada de nuevos animales con alto costo de rehabilitación. La veterinaria Lourdes Casas, directora del organismo, aseguró a FM Gente que el cierre es “inminente” si no se consiguen recursos.
La falta de voluntarios, de recursos económicos, y de un espacio propio para desarrollar su actividad de rescate y rehabilitación de animales marinos tiene en vilo la continuidad de la ONG Socobioma, que funciona en el espacio municipal de El Jagüel. El problema se arrastra desde hace tiempo pero se agravó con la llegada de tres lobos, dos de ellos recién nacidos de la especie Otaria, que insumen altísimos costos de mantenimiento.
Alimentar a cada uno de estos animales cuesta mensualmente unos US$ 1.500 –no comen pescado sino suplementos alimenticios y vitaminas- imposibles de cubrir para la ONG. Es que, según Casas, Socobioma recibe 3.000 dólares anuales en combustible donado por ANCAP y unos 10.000 pesos mensuales que aportan socios mediante debito de OCA. Cada tanto, además, organizan ventas de artículos, como pins y remeras, que reportan fondos a paso de hormiga.
Casas afirma que, por una cuestión ética y de principios, no abandonarán a estos lobos que crecerán y serán enormes y consumirán mucho más que ahora. Los criarán hasta que cumplan ocho meses y puedan liberarlos en el mar. Para entonces ya no habrá dinero y cerrarán la ONG, a menos que haya “un quiebre y las autoridades dejen de pensar que nuestra actividad es importante solo cuando hay problemas ambientales”, advirtió la veterinaria.
La ONG pretende un lugar apto para su tarea, ya que difícilmente se concretará la idea obtener en comodato el predio que usufructúan en El Jagüel. El lugar está enclavado en el futuro Eje Aparicio Saravia y un acuario con animales enfermos no encaja en los planes para la zona. Se han evaluado alternativas que no convencen a los ambientalistas, pero ese no es su único problema.
Apenas son cinco las personas que se encargan de rescatar y cuidar a los animales. No hay voluntarios porque el lugar está alejado de la ciudad, porque es un trabajo sacrificado (hay malos olores, bichos enfermos, materias fecales, riesgo de picotazos o mordidas, dice Casas) y también requiere tiempo.
Con todo, sin auxilio, Socobioma está condenada a la extinción. “Es demasiado sacrificio, demasiadas piedras en el camino, y nos cuestionamos si la tarea que estamos haciendo es la correcta, porque por algo tantas dificultades para llevarla a cabo”, comentó Casas.
IDEA PARA OTRO PAÍS
Entretanto, redujeron su capacidad de respuesta a los llamados de rescate y difícilmente podrán afrontar la rehabilitación de la cantidad de pingüinos que suele llegar cada invierno.
“Parece que el rescate es importante para cuatro o cinco personas a quienes nos mueve el dolor de un animal; porque ayudar a volver al agua a un pingüino, a un albatros o a un lobo marino no va a cambiar la especie. Tendremos que ver que tal vez Uruguay no está listo para este tipo de acciones, como sí lo está en otros países de la región”, lamentó Casas.
No está triste ni frustrada porque el grupo "hizo lo máximo" para llevar adelante el proyecto. Se trata de "caer a tierra y ver que esta idea no es para este tipo de país, nada más”.
MR